El día de hoy se cumplen 40 años del inicio de la “guerra de las 100 horas” o “guerra del fútbol”, como también se le conoce.
Este conflicto entre los países centroamericanos de Honduras y El Salvador ha sido recordado en estos días no solo por que se cumplen 40 años de tan nefasta fecha, sino porque hoy hay graves conflictos de diversa índole que afectan a ambos países.
Honduras, se encuentra inmerso en un conflicto político, que enfrentó a los poderes legislativo y judicial contra el presidente y que trajo como consecuencia la deposición y exilio forzado del mismo. El Salvador, por su parte, vive un conflicto armado interno, de gran escala, entre las fuerzas del orden y organizaciones de crimen organizado, conocidas como maras y que también actúan en otras partes de Centroamérica.
Ustedes se preguntarán, ¿por qué se le conoce como la guerra del fútbol? Bueno, no se le conoce de este modo porque la guerra haya sido ocasionada por el fútbol, pero lo que es cierto es que este deporte si fue usado como un elemento potenciador del conflicto desde ambos bandos, produciéndose situaciones tan irregulares que obligaron a que el tercer partido entre ellos, que definía quien pasaba al Mundial de México ‘70, se jugara en cancha neutral (estadio Azteca de México DF).
El conflicto se inició de la siguiente forma: los latifundistas controlaban la mayor parte de la tierra cultivable en El Salvador, lo que llevó a la emigración de campesinos pobres a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador. En 1969, Honduras, debido a la presión popular de los campesinos de su país, decidió redistribuir la tierra a campesinos hondureños, para lo cual expulsaron a los campesinos salvadoreños que habían vivido ahí durante varias generaciones. Cabe destacar que en Honduras también había grandes latifundios, sin ser trabajados en muchos casos, pero estos no fueron tocados por el estado…
La expulsión de los campesinos de sus tierras generó una persecución de salvadoreños en Honduras y un "regreso" masivo de campesinos a El Salvador. Esta escalada de tensión fue aprovechada por los gobiernos de ambos países para orientar la atención de sus poblaciones hacia afuera, en vez de los conflictos políticos internos de cada país. Los medios de comunicación de ambos países jugaron un rol importante, alentando el odio entre hondureños y salvadoreños. Los conservadores en el poder en El Salvador temían que más campesinos implicarían más presiones a redistribuir la tierra en El Salvador, razón por la cual decidieron intervenir militarmente en Honduras.
Así las cosas, se presentó la eliminatoria mundialista y ambas escuadras se enfrentaron en Tegucigalpa el 6 de Junio, en el partido de ida. Los jugadores de El Salvador no pudieron dormir en toda la noche. Hinchas hondureños rompían los cristales de sus habitaciones del hotel, hacían ruido y los insultaban. Perdieron 1-0, un deshonor que una salvadoreña no pudo soportar: cuando Honduras marcó, en el último minuto por medio de Roberto Cardona, agarró una pistola y se pegó un tiro.
La prensa se encargaba de azuzar los sentimientos nacionalistas. Un periódico escribió que la joven "no había podido soportar la humillación a la que fue sometida su patria". Su funeral fue cuestión de Estado: a él acudieron el presidente del gobierno y todos sus ministros, así como la selección de fútbol en pleno, que vio cómo su regreso al país fue un drama lleno de insultos e intentos de agresión a los que habían manchado el orgullo del país con su derrota.
A la vuelta, en San Salvador, la tensión era insoportable. Los jugadores hondureños sufrieron un grado más de acoso en terreno enemigo: por la noche, rompieron sus cristales y lanzaron ratas muertas por ellos. Perdieron 3-0, y el seleccionador hondureño dio gracias por haber perdido: habían tenido que ir al campo en carros blindados, y las peleas fueron constantes. Quién sabe lo que hubiera pasado si llegan a ganar.
En el partido decisivo, jugado en el estadio Azteca de México, con las dos aficiones separadas por unos 5000 policías, El Salvador de impuso 3-2 a Honduras en la prórroga, con la consiguiente clasificación al mundial de los salvadoreños.
17 días después de este partido, el 14 de julio de 1969, el ejército salvadoreño lanzó un ataque contra Honduras y consiguió acercarse a su capital, Tegucigalpa. La Organización de Estados Americanos (OEA) negoció un alto el fuego que entró en vigor el 20 de julio. Las tropas salvadoreñas se retiraron a principios de agosto.
Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima, Perú el 30 de octubre de 1980 por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia, pero el saldo de la guerra fue cruento, para ser de solo 3 días: 5000 muertos, varios decenas de miles de heridos y 300.000 salvadoreños que fueron expulsados de Honduras con solo lo que tenían puesto…