El encierro en el Tourmalet (por J. M. Goñi)
A continuación les anexo un artículo elaborado por un muy buen amigo mío. Trata sobre el Tour y el desastre de etapa que significó el ascenso al Tourmalet, ahora totalmente degradado por la dirección del evento.
Con lo mal que va el ciclismo después de los continuos escándalos por el doping no me asombra que hagan estas burradas…
¿Se le puede hacer más daño al espectador? Después de visto el lamentable ascenso al Tourmalet, estoy convencido que esa es la pregunta central planteanda por los organizadores franceses cuando construyen el Tour. Y es que no hay otra explicación a tan desastroso resultado. La meta de hoy estaba en Tarbes, 60 kilómetros más allá del "techo de la ronda francesa", y de esta manera, la etapa mítica, donde Induráin, Chiapucci, Rominger, Lemmond, Bugno, Delgado, "el Pirata" Pantani, incluso Armstrong (con todo lo calculador que ya es), han firmado tardes de verdadero espectáculo, se ha convertido hoy en una etapa de paseo, casi una práctica, para que los ciclistas lleguen "en su punto" a los Alpes.
Visto lo visto es preferible que saquen de la ronda los Pirineos y coloquen más etapas de media montaña, donde al menos podamos "disfrutar" de los enfados entre compañeros porque al menos alguien quiere hacer gala de nervio y garra, aspectos que definen a cualquier deporte, pero de manera especial a éste, en el que estás sobre la bici y todos deseamos verte de pie, pedalenado duro, luchando contra la empinada cuesta, atacando para "arañar segundos", y así coronar la increíble cima. Y entonces iniciar un descenso vertiginoso, en el que Induráin dejó atrás a Chiapucci hace 18 años y nos convenció de su poderío. ¿Quién nos convenció de algo hoy? Nadie. Miento. Los organizadores me convencieron que necesitan pasar la primera semana y dejar todo en suspenso para la siguiente; y así el "respetable público" seguirá estando pendiente de las bicis. Es una verdadera lástima.
A la 1,30 a.m. hora venezolana estaba yo viendo en la TV el sexto encierro de los Sanfermines. Ocho horas después, viendo el paseo galo hacia el Tourmalet, solo pensaba en esos toros Miura colocados en la campiña francesa. Al menos ellos salen y atacan, sin reservarse, sin guardarse nada, poniendo en peligro la vida de miles de corredores que año a año desbordan las bonitas calles de Pamplona. Me hubiera encantado ver un poco de ese nervio y esa tensión. Pero no. Y es que aquello es España. ¿Esto? Esto es Francia...
